6 Sencillas formas de reducir el estrés

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Cuando voy a un pueblo de cualquier parte de la geografía española y veo cómo, al menos de forma aparente, sus habitantes viven la vida con más calma que yo, rápidamente me pregunto: son ellos los equivocados o soy yo? He llegado a la conclusión que el equivocado soy yo.

Jordi Gimeno (15/5/13)

El estrés te absorbe. Según las asociaciones de psicólogos, el estrés conlleva dolor de cabeza, tensión muscular, dolor muscular y de espalda, fatiga, estómago revuelto, irritabilidad, falta de atención,… sigo? Quizá que es suficiente, no?

Afortunadamente, el estrés no es inevitable, incluso en nuestra hipre-conectada y altamente competitiva sociedad. Paso a describir seis técnicas que he ido recopilando en los últimos 3 años y que intento aplicarme cada día:

1. Crea un Oasis

En el pasado, se trabajaba de 9 a 2 y de 4 a 7 (8 horas); en el mundo en que nos movemos se presupone que debemos trabajar (o al menos, estar disponibles) 24/7 (disculpe el lector por el americanismo). Evidentemente, esto genera toneladas de estrés.

Una forma absurda de reducir dicho estrés es apagar el ordenador y el móvil – no sólo cuando dormimos sino unas horas antes y unas horas después de dormir. Esto requiere disciplina porque seguramente estás chequeando el email constantemente. Pero te aseguro que no pasa nada, que si creas tus “horas de oasis” el mundo sigue girando y el sol sigue saliendo por el Este.

2. Busca los “Puntos dulces”

Tener una lista de tares, de cosas por hacer, demasiado extensa genera estrés porque tienes la sensación que no llegarás a nada, que no podrás hacer todo lo que “debes” hacer. Así es que, por qué preocuparse por ello? En vez de esto, categoriza cada tarea por su dificultad (ej.: fácil, media, dura) y por su potencial impacto (ej.: grande, medio, pequeño). Coje las 10 tareas que creas más impactantes y verás que tienes al menos una fácil y de gran impacto. Pues ya sabes por dónde tienes que empezar.

En muchos casos, alcanzarás el 80% de tus objetivos haciendo sólo el 20% del trabajo al mismo tiempo que te sacas presión de encima y reduces tu nivel de estrás. Y, para reducir todavía más tu nivel de estrés, elimina de tu agenda aquellas tareas difíciles y de bajo impacto.

3. Replantéate tu trabajo

Tu capacidad de trabajo y tu nivel de estrés no son infinitos y están muy por debajo de lo que tú, tus superiores y tus clientes suponéis.

La cura para este tipo de estrés es una buena dosis de realidad. Si tu agenda marca que debes terminar las tareas A,B,C y D pero sólo tienes tiempo para tres de ellas, pues decide o “obliga” a tu jefe a que decida cuál de esas cuatro se queda en la agenda sin hacer. El día tiene 24 horas y no todas ellas deben estar dedicadas al trabajo (ni mucho menos!!!), así es que o somos realistas o podemos explotar.

4. Ni leas, ni escuches ni veas las noticias

Los medios de comunicación, como cualquier otro negocio de entretenimiento, procuran engrosar su cuenta de resultados a base de provocar ruido, de afectar las emociones de sus oyentes para que se hable de ellos y tener notoriedad. Esto lleva, a menudo, al sensacionalismo, al mal rollo: noticias negativas, oídos, guerras, fraudes,……..

Leer, ver o escuchar noticias para “relajarse” puede tener el mismo efecto que darle cocaína a un pobre drogadicto para que se le pase el mono. Debes estar informado, no digo que no, pero huye de aquello que te estresa porque, realmente, si lo ignoras no pasa absolutamente nada. Cuando empieces a agobiarte, cambia de canal.

5. Desconecta de todo aquello desagradable

Siempre hay eventos que tú, simplemente, no puede controlar: la economía, el tráfico, la política, las emociones de otras personas, las decisiones de los clientes, etc. Si bien puede ser útil  observar y predecir tales eventos (para saber cómo reaccionar ante ellos), una vez que hayas decidido cómo vas a lidiar con ellos, es estresante (y, francamente, un poco útil) seguir centrándose en ellos más de lo estrictamente necesario.

Es tontería preocuparse por cosas que no puedes controlar. Y, además, es un desperdicio de energía y crea estrés innecesario. Así es que, cambia lo que se puede cambiar y haz caso omiso de lo que no se puede.

6. Evita a la gente estresante

Aunque no te des cuenta, tu fisiología está programada para ajustarse a la fisiología de los que te rodean (esto es un fenómeno neurológico de las neuronas “espejo” de nuestro cerebro). En otras palabras, puedes asimilar el estrés de otras personas y hacerlo tuyo.

Aunque no sea posible evitar siempre a la gente estresante, deberías intentar limitar al máximo el contacto con ellas hasta que, al menos, te hayas calmado y tu nivel de estrés sea ínfimo. Entonces es cuando tú puedes contagiar tu “buen rollo emocional” a los que te rodean.

No quiero parecer frívolo al desarrollar estos 6 puntos: no estoy queriendo decir que pasemos de todo, que ignoremos lo que nos rodea. Estoy diciendo que está en las manos de cada uno el manejo de su nivel de estrés. Sigo apoyándome en mi amigo Victor Kuppers y en su libro “Vivir la vida con sentido”: somos dueños de nuestras emociones, de cómo reaccionemos a una situación concreta. Ejerce tu capacidad de decisión y no dejes que aquello que no puedes controlar te afecte de forma negativa.