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Manejo de lagomorfos en la clínica veterinaria

Elena Fernández Marín. Veterinaria Especialista en Animales Exóticos.
Hospital Veterinario Mediterráneo (Madrid). Servicio Ambulante de Medicina de Exóticos «EXOTIVET»

Dentro de la clínica de animales exóticos encontramos un amplio rango de especies, pero sin duda ninguna, el que vemos con mayor frecuencia es el conejo. Actualmente hay una gran variedad de razas de conejos, por lo que podemos encontrarnos con conejos que van desde los pocos gramos hasta los 6 ó 7 kilos, si atendemos a un gigante de Flandes, por ejemplo. Aunque la especie sea la misma, no cabe duda de que el manejo para cada uno de ellos tendrá diferentes consideraciones según el peso y el carácter de cada individuo, así como ciertas patologías serán más frecuentes en unas razas que en otras.

Aunque no es un criterio firmemente establecido, generalmente las razas más pequeñas tienden a tener comportamientos más nerviosos; así pues, un conejo enano puede ser más difícil de manipular que un Belier.

La primera consideración que tenemos que tener en cuenta en la clínica cuando atendemos un conejo es que son animales presa, y por tanto, debemos conocer los mecanismos de defensa que tienen estos animales, así como aprender a interpretar su lenguaje corporal de forma que podamos saber en qué grado de nerviosismo o tranquilidad se encuentra nuestro paciente, de forma que podamos evitar accidentes. Los conejos son animales defensivos, por lo que, en caso de miedo, su comportamiento tenderá a la huida y, en el caso de que ésta no sea posible, la inmovilización. Un comportamiento habitual en la mesa de exploración son los saltos sobre el hombro, tanto de sus propietarios como del propio veterinario/a. En rara ocasión nos encontraremos con conejos que muerdan o ataquen, si bien esto podría ser posible cuando queremos sacar a una hembra de su territorio, bien sea el transportín o su propia jaula de hospitalización, donde si podríamos ver ciertos comportamientos agresivos. Tampoco es frecuente que un conejo salte desde la mesa al suelo, pero no conviene descuidarse, dado que ante una situación de miedo, podrían llegar a hacerlo. Estos animales son relativamente impredecibles, por lo que pueden pasar de estar inmóviles a intentar huir de un momento a otro, por ello nunca hay que confiarse en exceso. Es recomendable no dejar el transportín sobre la mesa de exploración, dado que instintivamente se sentirán más seguros dentro de él e intentarán volver a meterse constantemente.

Manejo de lagomorfos en la clínica veterinaria

A pesar de que los conejos en la naturaleza son altamente estresables y huidizos, la realidad es que nuestros conejos mascotas están muy acostumbrados al manejo humano y, por tanto, son bastante tolerantes a la manipulación. A la hora de manejar a estos animales, debemos estar seguros, ser presurosos y firmes, pero sin ejercer fuerza excesiva.  Sin embargo, debemos desterrar, en gran parte, el mito de que los conejos se mueren con la manipulación, dado que un conejo sano tolera perfectamente la exploración habitual en consulta.

No es de extrañar que estos pacientes muestren signos de enfado una vez los hemos explorado y devuelto a su transportín o jaula. La manifestación más habitual de esto es patear el suelo con firmeza. A veces podemos incluso llegar a escuchar gruñidos. Es frecuente que las hembras sean bastante más nerviosas, incluso agresivas, que los machos, cuestión que debemos tener en cuenta especialmente si hablamos de una hembra no esterilizada. En la especie conejo, la hembra es la dominante.

Un sonido poco habitual y alarmante es escucharles gritar. Esto suele estar asociado a un proceso altamente doloroso, una situación de elevado estrés o como precedente al fallecimiento. Si esto sucediera, debemos dejar de manipularlos inmediatamente, averiguar la causa y esperar a que se calme, en caso de ser debido a estrés, o administrar un tratamiento analgésico eficaz o sedación antes de seguir con el procedimiento, incluso suspenderlo si éste no es imprescindible.

A la hora de realizar una buena exploración física, no debemos olvidarnos de que, como animales presa que son, las manifestaciones de enfermedad serán escasas, no mostrando síntomas hasta ya relativamente avanzada la enfermedad, por lo que es importante ser metódicos a la hora de realizar una exploración, tanto si es una revisión rutinaria como si ya presenta algún síntoma, para poder descubrir cualquier patología. Así como una buena anamnesis. Además, debemos tener en cuenta que la mayoría de los propietarios tampoco percibirán grandes cambios comportamentales en su mascota en los inicios de una patología, por lo que una buena revisión puede subsanar patologías iniciales que posteriormente pueden no tener una resolución completa. Una correcta exploración incluye, al igual que en cualquier otra especie: ojos, oídos (especialmente importante en raza Belier, tan predispuestos a otitis), pelo (sobre todo si están en época de muda), mucosas, auscultación cardiaca y pulmonar, palpación abdominal (importante valorar el reproductor en hembras no castradas) y no olvidarnos nunca de realizar una buena exploración mediante otoscopio de toda la cavidad bucal, uno de los motivos más habituales de  consultas, además de comprobar el estado de los tarsos, donde tan frecuentemente podemos encontrar casos de pododermatitis en las especies domésticas. Es muy usual que los conejos en clínica presenten taquipnea y pérdida de pelo asociado al estrés.

A nivel musculoesquelético poseen un tercio posterior muy potente. Es fundamental que cuando sujetemos a estos pacientes no agarremos con fuerza las extremidades posteriores, que siempre tengan cierta libertad de movimientos. Fracturas vertebrales, ocasionando incluso parálisis irreversibles, pueden ocurrir tras intentar escaparse cuando los estamos sujetando, incluso para un simple corte de uñas. Por tanto, ninguna inmovilización debería conllevar una sujeción firme de estas extremidades. La mejor manera es aquella que se apoya en dos puntos, con una mano o brazo en la zona de la cabeza y hombros, y otra en la zona del coxis.  En general a los conejos no les gustan las alturas, por lo que tapar su zona de visión (utilizando la zona de nuestra axila), o estar sobre la mesa de exploración, suele ser más confortable. Además, aunque algunos conejos están acostumbrados por sus dueños a estar en decúbito supino, es una posición de alta vulnerabilidad para ellos y nada fisiológica, por lo que no es aconsejable mantenerlos en esta posición para exploraciones a nivel general.

Manejo de lagomorfos en la clínica veterinaria

En el caso de consultas debidas a una patología, tenemos que tener en consideración que el cuadro clínico que presente nuestro paciente será determinante en la actuación que llevemos a cabo. No es lo mismo un problema respiratorio, que una fractura o un problema digestivo agudo.

Si tenemos un paciente con afección respiratoria debemos saber que los conejos son animales nasales estrictos por lo que si tenemos, por ejemplo, mucosidad en vías altas debido a rinitis,  y generamos un estrés importante, podríamos ocasionar distrés respiratorio severo y conducir a hipoxia y graves complicaciones. De la misma forma que ver a un conejo abrir la boca para respirar nos dará información clara de la severidad de la patología respiratoria, así como de la necesidad de actuar rápidamente para mejorar su capacidad respiratoria.  Un cuadro digestivo, aunque pueda parecer externamente menos preocupante, puede ser de una gravedad extrema en el caso de las dilataciones agudas de estómago, por lo que la manipulación debe ser rápida y el tratamiento eficaz e inmediato. Sin embargo, los conejos son animales altamente resistentes al dolor por fracturas óseas, por lo que no debemos subestimar la movilidad de los mismos aunque presenten fracturas graves en algunas de las extremidades. Es muy importante no olvidar que la no manifestación externa de dolor no significa, de ninguna forma, que no lo presenten, por lo que la analgesia es un arma fundamental en conejos ante cualquier cuadro que pueda conllevar un alto grado de dolor, previo a cualquier manipulación prolongada.

A la hora de tomar muestras sanguíneas, la mejor vena para la extracción de sangre es la safena, la cual discurre lateral a la extremidad posterior. No es recomendable, salvo excepciones, la vena yugular, especialmente en gazapos. Las venas cefálicas o marginales de la oreja no son óptimas para la extracción de sangre, sin embargo, son los mejores accesos para cateterizar. Hay que tener especial cuidado con las necrosis en la orejas tras la colocación de un catéter en esa vena.

No hay ninguna duda de que la prevención es la mejor arma en la medicina de cualquier ser vivo, pero más aún si cabe en animales presa, dado que esperar a la aparición de síntomas evidentes conlleva, en la mayoría de los casos, un retraso en el diagnóstico a veces irreparable. Es fundamental la educación que demos al propietario para minimizar esto. Un propietario informado correctamente, no solo de los cuidados que requiere su mascota, sino de los signos de malestar que pueden presentar en casa y la importancia de acudir al veterinario tan pronto como sea posible en cuanto haya cualquier pequeño cambio en los hábitos diarios de la mascota, será crucial en el pronóstico de toda enfermedad. Su elevado metabolismo, en comparación a perros o gatos, hace que la progresión de la patología sea más rápida. Es por ello que un buen conocimiento de la especie es la mejor garantía de éxito en la clínica de lagomorfos.