La duodécima.
Clínica en Mallorca. Estoy en sala de espera y llega un chico con un Border Colley. El perro se rascaba el ojo izquierdo con la pata, que estaba roja de sangre.
La chica de recepción le pregunta qué pasa, a lo que el chico responde: “No sé, hace unos días que no para de rascarse el ojo”. Cuando el veterinario me hace pasar a la consulta, me dice: “Jordi, ven, mira esto”. Tenía el perro en la mesa de quirófano. Le había sacado una gran espiga del ojo.
Moraleja: hay gente a la que se debería prohibir tener perro.