No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy

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Procrastinar, esa extraña palabra que puede ser un cáncer en nuestro día a día y que se resume en “pospongo hacer lo que no me gusta hacer”. Cuando nuestros resultados son buenos, cuando estamos teniendo éxito es cuando más expuestos estamos a procrastinar.

En este último artículo de la serie dedicada a la gestión del tiempo, daré unos sencillos consejos para no procrastinar.

A muchas personas les invade un sentimiento de excesiva confianza con los resultados, creen que por el simple hecho de estar creciendo ya lo tienen todo ganado, y por lo tanto se acomodan y procrastinan. El problema no es ese:

  • El problema es que tu competencia está pensando en cómo arrasar.
  • El problema es que crecer despacio hará que seas mediocre en el largo plazo, no excelente.

Los mejores proyectos son exponenciales

No tenemos que estar en una guerra en la que el principal objetivo es un crecimiento lento. Eso significa que no estamos haciendo nada de forma genial y que otros, como se dice coloquialmente, “nos comerán la tostada”.

Me doy cuenta de que el crecimiento se procrastina de forma bastante común. Es muy frecuente en nuestro sector de clínicas veterinarias, ver como muchos compañeros se acomodan llegando a desperdiciar oportunidades de crecimiento por el simple hecho de “ya lo haré mañana”, “vamos bien”. Lo que no ven es que, lo que no hagan ellos, lo harán otros.

Esto nos puede pasar y nos pasa a casi todos. Dejamos para otro momento los temas más incómodos de nuestra agenda, los que más nos sacan de nuestra zona de confort. Y además lo hacemos con la excusa perfecta y que a mí me pone de los nervios “estoy muy liado” que, traducido al lenguaje de la gestión del tiempo, es “procrastino”.

Vivir como quieres no es fácil, tener éxito tampoco. No está escrito en ningún lugar que lo mejor sea hacer lo más cómodo. Si quieres algo especial, único y extraordinario en la vida tienes que ponerte con ello, ahora ya que son las cosas que menos nos gustan, las más incómodas las que dejamos para luego.

De procrastinar a triunfar

Claro que sí, yo también procrastino. Lo importante, si lo haces, es darte cuenta de ello y ponerle solución. Veamos cómo:

  1. Es normal

“En la aceptación empieza el cambio” dice una conocida frase. No es que nosotros seamos raritos o los holgazanes del grupo, es que nos ocurre a todos. Se llama la ley del mínimo gasto de energía (vulgarmente dicho, la ley del mínimo esfuerzo), y en parte es lo que hace que el universo funcione. Si se puede hacer con el mínimo uso de energía, mejor. El problema es que esta ley está pensada para el corto plazo, no para el largo plazo.

Soy un procrastinador, lo reconozco. Tú también. Así que lo primero que hay que hacer es pensar que no tenemos nada de especiales y que me tengo que salvar yo mismo de esta peligrosa costumbre.

  1. Hay que afrontarlo

Tenemos que estar atentos a lo que hacemos, cuando lo hacemos y porqué lo hacemos. Tenemos que priorizar, sentarnos a detectar aquellas tareas que procrastinamos.

Cuando te enfrentas a tu propia incomodidad es cuando empieza el cambio y tus pequeños éxitos en ambientes de incomodidad te ayudan a seguir afrontando las situaciones que te incomodan.

Hasta los grandes procrastinan pero lo afrontan y le ponen solución. Así lo explica Rafa Nadal en su libro (Rafa, Mi historia), él también se acomoda pero….“Un día excepcional sin entrenar por una causa mayor, vale. Dos no”.

  1. Hay que tener método

La mejor solución está en tener un método que te sacará de tu zona de confort y te hará ser fiel a unas normas y principios.

Para tener más fuerza de voluntad, lo que más funciona es el método. Con método me refiero a un código superior a tu fuerza de voluntad.

Por ejemplo, paso el IVA de las facturas que cobro a una cuenta bancaria específica para ello. Este trimestre tengo superávit, es decir, llevo más IVA en esa cuenta que el que tendré que pagar (¡voy bien!). Mi método dice eso, no lo digo yo.

Con los temas o tareas incómodas, si tenemos que decidir si hacer algo o no en el momento de hacerlo, entonces no lo haremos.

El método nos tiene que indicar dónde está el Norte. De lo contrario nos perderemos, y nos quedaremos en resultados mediocres = en la media.

  1. Hay que hacerse fuerte

Lo positivo de todo esto es que cuanto más sales de tu zona de confort, más capaz te sientes. Si te acostumbras a hacerlo a través del método entonces llegará un momento en el que no te costará esfuerzo, habrás creado un hábito y un hábito se hace de forma habitual (es una perogrullada pero vale la pena recordarlo).

El crecimiento es lo único que no entiende de excusas, de peros. Si no creces más es porque no quieres. Puedes conformarte con ser bueno o puedes aspirar a la excelencia. El camino que elijas se hará realidad.

Dicho todo esto, pregúntate:

  • ¿Qué es lo que dejo para luego?
  • ¿Qué hábitos quiero crear?
  • ¿Qué reglas / método / principios puedo tener para lograr el crecimiento que deseo?