Selección por virtudes versus selección por competencias

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Son muchos los colegas veterinarios que me comentan las dificultades a las que se enfrentan a la hora de contratar personal. Esas dificultades son de muy diversa naturaleza, pero si hay una en común es que los candidatos no están preparados y no tienen experiencia.

Jordi Gimeno, veterinario (*)

Creo que no es discutible el afirmar que las organizaciones deben seleccionar a los mejores. Desde mi experiencia las empresas deben contratar a las personas que mejor se adaptan a su cultura, objetivos y forma de entender los negocios. Hay que tener en cuenta cuales son los valores de una compañía, por eso es tan importante, como ya destaqué en otros artículos, que la empresa disponga de código ético. Además debemos gestionar cómo se integran esas personas en el equipo existente.

Desde hace años muchas empresas llevan a cabo procesos de captación de talento basado en la selección por competencias, consistente en seleccionar a personas con características competenciales, definidas previamente por la empresa, según el tipo de puesto.

En nuestro sector, principalmente se buscan profesionales con competencias médicas como la experiencia en consulta, cirugía o el manejo de animales exóticos, dejando a menudo en segundo plano competencias como la atención al cliente, el trabajo en equipo, la empatía y la capacidad de aprendizaje. Y cuando vemos empleadores que innovan, buscan competencias como el manejo de redes sociales y el uso de nuevas tecnologías.

La nueva propuesta, el nuevo cambio, es realizar una selección por virtudes. Se trata de volver a la esencia del ser humano, ya que uno no deja de ser persona en el puesto de trabajo.

Los requisitos técnicos de un puesto de trabajo son ineludibles, se tienen o no se tienen. Algunos se pueden adquirir por el aprendizaje. Las competencias se pueden trabajar desde la organización, es decir, que pueden evolucionar mediante la formación y el desarrollo de las personas dentro de un grupo de trabajo. En cambio, las virtudes son inherentes a la persona y forman parte de su esencia trabajadas desde su nacimiento hasta el momento actual.

Distingamos entre valores y virtudes.

Un valor es una cualidad que confiere a las cosas, hechos o personas una estimación, ya sea positiva o negativa.

Por otro lado, consideramos virtud a lo siguiente:

Es una cualidad que permite a quien la posee, ayudarlo en las situaciones más difíciles para cambiarlas a su favor. El virtuoso es el que «sabe remar contra la corriente».

Una persona virtuosa es aquella que sabe sacar adelante cualquier problema que se avecina.

Las virtudes se consideran cualidades positivas y se oponen a los vicios. Las virtudes son las cualidades buenas y sensitivas del ser humano.

Si analizamos los conceptos más importantes de la definición, descubrimos:

  • La virtud nos ayuda en las situaciones más difíciles para cambiarlas a nuestro favor.
  • Pone a los demás de nuestro lado y los lleva a alcanzar un objetivo diferente.
  • El virtuoso sabe sacar adelante cualquier problema.

Por lo tanto, y después de estas definiciones, ¿no sería más importante contratar personal más por sus virtudes y menos por sus competencias?

Para ello podemos mencionar algunas de las virtudes que las empresas podrían seleccionar para sus proyectos y áreas de trabajo:

  • Humildad
  • Honestidad
  • Solidaridad
  • Gratitud
  • Bondad
  • Esperanza
  • Fe
  • Lealtad
  • Alegría
  • Honradez
  • Respeto
  • Generosidad
  • Amor
  • Justicia
  • Paciencia
  • Capacidad de perdonar y pedir perdón

Se podrían añadir muchas más. La reflexión es: ¿cuántos conflictos y despidos se evitarían si fuéramos capaces de identificar a personas virtuosas para nuestra organización?

Una persona que tiene orientación al cliente puede ser totalmente desleal con la organización, ya que puede primar los intereses del cliente a los de la empresa. Una persona puede saber trabajar en equipo y sin embargo no mostrar solidaridad con otros departamentos de la empresa y ser un obstáculo en los objetivos.

En mi vida profesional he tenido que contratar a muchas personas, principalmente comerciales para el sector de clínicas veterinarias. Al cabo de los años, y mirando hacia atrás, me he dado cuenta que, sin yo saberlo, pasé de contratar por competencias a contratar por virtudes.

Varios comerciales que contraté por su brillante currículum en ventas, fracasaron en la organización que yo dirigía. No eludo, ni mucho menos, mi parte de responsabilidad, pero después de esos fracasos empecé a enfocar la selección de personal buscando y destacando las virtudes del candidato, haciéndome a mí mismo preguntas como: ¿Es sincero? ¿Es humilde? ¿Sonríe? ¿Tiene sentido del humor? ¿Respeta a los demás? ¿Aguantaría yo un día entero junto a él trabajando?

A partir de ahí, prácticamente no hubo más fracasos. Es más, mis mejores comerciales y/o empleados los he contratado por virtudes, no por competencias y son los que, de necesitarlos, me los llevaría conmigo a cualquier empresa.

Por lo tanto y, desde mi propia experiencia, estoy convencido que un nuevo concepto que se irá implantando poco a poco en las empresas es la captación del talento por virtudes, que no es incompatible con la selección por competencias, sino complementario.

¿Te atreves? Si te interesa y ves que te puedo ayudar, ya sabes dónde estoy.

* Este artículo no es original mío, lo he copiado y adaptado a nuestro sector, de uno que encontré en internet buscando información sobre lo que yo, sin saberlo, empecé a aplicar en 2005.