Presente y futuro de las Clínicas Veterinarias: mi opinión

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Llevamos unos cuantos años bastante convulsos en nuestro sector: una pandemia que nos exprimió hasta la extenuación, entrada de fondos de inversión y consolidación de grupos de clínicas, consolidación del sector distribución, nuevas normas (Presvet por ejemplo), cambios en los hábitos de compra de los veterinarios y de los propietarios de mascotas, …. todo esto debido en gran parte al “boom” que ha supuesto la tenencia de animales y en el aumento de la preocupación de los propietarios de mascotas por sus cuidados. Es decir, en estos últimos 5 años he visto más cambios en nuestro sector que en los 25 precedentes que llevo trabajando en él.

En este artículo no pretendo otra cosa que compartir contigo, compañero veterinario, mi opinión (que no predicción) sobre la situación actual y futura de nuestro sector.

Quizá, el hecho que más ha impactado en el sector es la entrada de los fondos de inversión y de los grandes grupos corporativos que operan desde hace años en otros países. Estos grupos se han hecho, mediante adquisición, con la mayor parte de grandes clínicas y hospitales. ¿Es esto bueno? Pues como todo, tiene cosas buenas y otras no tan buenas. Pero no pretendo analizar a estos grupos sino al conjunto del sector que, muy mayoritariamente, todavía está en manos de veterinarios independientes; quizá no en cuanto a facturación, ya que los grupos al hacerse con las clínicas y hospitales más grandes tienen un nada despreciable porcentaje de la facturación total sino en número.

Aunque tanto grupos como clínicas independientes operan en el mismo sector, creo que son modelos de negocio distintos y, por lo tanto, se dirigen a nichos de mercado que no son exactamente iguales. Así es que veo grandes oportunidades presentes y futuras para la clínica independiente. Ahora bien, ésta deberá adaptarse y mejorar en muchos aspectos para hacer frente a los retos que vienen.

La clínica independiente tiene una serie de ventajas competitivas que creo debe aprovechar:

  • Rapidez en la toma de decisiones: fundamental para adaptarse a los cambios.
  • Flexibilidad en los protocolos: adaptación rápida a las necesidades del cliente/paciente.
  • Control de la gestión: el propietario no está sujeto a “órdenes de arriba”.
  • Flexibilidad laboral: no estar sujeto a horarios que vienen impuestos.

Sin embargo, como “no es oro todo lo que reluce”, la clínica independiente tiene una serie de desventajas competitivas:

  • La “soledad del empresario”: el propietario de la clínica está solo para casi todo y eso no es fácil de llevar.
  • Limitación de recursos: sean financieros o equipamiento, “el músculo económico” de la clínica independiente es limitado.
  • Preferencia por la medicina frente a la gestión: a menudo, consciente o inconscientemente, el tiempo dedicado por el propietario de la clínica (si éste es veterinario) a la medicina es muy superior al dedicado a la gestión. Esto limita el potencial de crecimiento de la clínica. Además, no suele gustar la gestión empresarial al fin y al cabo quien a cursado estudios de veterinaria es porque lo que le gusta es ejercer la profesión.
  • Multitarea: no centrarse y querer o tener que abarcarlo todo merma mucho las posibilidades de consolidación de la clínica. El día a día impide planificar y ejecutar y se invierte la mayor parte del tiempo, no a evitar incendios sino a extinguirlos y esto desgasta mucho.

Si tú, como veterinario propietario de clínica, identificas correctamente los puntos débiles de tu negocio estarás en disposición de ponerle remedio, solo o con ayuda externa. Si ves que puedes necesitarla, te animo a que la busques.

Si después de reflexionar has decidido seguir siendo propietario, tienes y tendrás una serie de retos que deberás afrontar y para el éxito deberás estar preparado.

Céntrate en tu negocio, en tu personal, en tus clientes, en tus pacientes y sólo mira a tus competidores con el rabillo del ojo. Al fin y al cabo, el mayor competidor después de la pandemia no está entre nosotros sino en otras alternativas de consumo, como el ocio. La gente que no tiene recursos ilimitados (que somos la mayor parte de la sociedad) debe decidir dónde invertir su dinero. ¿Ir a cenar a un restaurante o llevar al perro al veterinario? Para que decidan lo segundo debemos seducirlos y eso está en tus manos.

Si ves que puedes necesitar ayuda estate atento a mi próximo post y no dudes en escribirme: jordi@jordigimeno.com; muy probablemente encontraremos la forma de colaborar.